lunes, 25 de noviembre de 2013

E-ntrebitstæ [3] a [Gema Palacios]

Hola, soy Munir, el preguntador de esta e-ntrebitstæ. ¿Qué diferencia hay entre una entrevista y una e-ntrebitstæ?

1. La e-ntrebitstæ no hace distinciones de género ni color de pelo.
2. La e-ntrebitstæ es exclusivamente on-line.
3. La e-ntrebitstæ se escribe entera antes de empezar. Se le mandan las preguntas a la víctima una por una. Éstas no varían jamás en función de las respuestas. En este caso concreto, no obstante, se enviaron todas de golpe. El sistema estaba en fase beta.
4. Una e-ntrebitstæ siempre consta de 11 preguntas.
5. Otras particularidades que el lector podrá advertir.

Sin más dilación, la e-ntrebitstæ a [Gema Palacios].



1. Muy buenas, un placer conocerla al fin.
          Hola. Desgraciadamente, no puedo decir lo mismo. Te desconozco desde hace tiempo.

2. 

          Deduzco que tengo que decir qué es el dibujito ese, pero la verdad es que no tengo ni idea. ¿Me das permiso para inventármelo? Parece un monstruo gracioso, con sus cuernecitos, brazos y patitas. ¿Más concretamente? Si me apuras, diría que se parecen a un pokemon. 

3. ¿Qué opina de las personas que "sonríen satisfechas"?
          Que deberían dejar de pensar que follan como dioses (sonrisa satisfecha).

4. ¿No le parecen hermosas las palabras "Instituto Anatómico Forense"?
          Hmm... sí. Hermosas como las amapolas o como ir a la Autónoma un lunes sin tener clase.

5. 

          Eso es una mezcla de jabalí, elefante y cerdo.

6. ¿Qué Reich le gusta más? ¿El primero, el segundo o el tercero?
          ¿Lo dice por el libro de Bolaño? Si es así, obviamente, el tercero. Y si no, pues también.

7. Entre sus dos grandes amores... ¿Pizarnik o Cervantes?
          Lo habré repetido en un sinfín de ocasiones: no soy cervantista y odio las etiquetas. Eso sí, reconozco mi locura tal vez tenga su origen en los libros, como en el caso de mi querido Alonso Quijano, pero si me hicieses esta misma pregunta con un par de cervezas en el cuerpo, te respondería lo contrario. ¿Pizarnik? Ah, Pizarnik era mi nombre cuando nací en Buenos Aires allá en el 36, pero no estaba tan loca como ahora. Y que quede claro que no me suicidé: fueron ellos los que me suicidaron.

7b. ¿Libertella o el ganador de (7)?
          Libertella no es comparable a nada. Ahora releo sus teorías desde España y no les encuentro sentido. Sin embargo, allá... allá era otra cosa. Me crucé varias veces con ese genio con ojos de loco. Me invitó a su casa y le mandé al carajo. Y después.... después empecé a buscar sus libros en los puestos de usados, y di con algunos títulos interesantes. Pinté las paredes de mi habitación con sus frases, y, finalmente, escribí un monografía sobre él. Pero ha pasado ya un año desde entonces. Acá ha llovido mucho, y allá, ni te cuento. En este momento me he enamorado de Piglia (otro argentino, sí).

8. En su recientemente aparecido Morada y Plata, la mayoría de los poemas se dirigen a una segunda persona, ya del singular, ya del plural. ¿Cómo explicaría este fenómeno?
          Mis poemas son muy conversacionales, no puedo evitarlo. Esto suele sucederme porque hablo por los codos y necesito que alguien esté ahí, escuchando mi perorata. Me gusta que el destinatario del poema caiga en la cuenta de que lo he escrito para él. Me gusta que se ponga colorado o que se eche unas risas, o que no sienta absolutamente nada, porque no sea capaz de entenderme. Eso da igual. Lo más importante es saberme escuchada. Punto.

8b. ¿Y el de la difracción de la luz (sin usar nada que no se supiese en el momento en que murió Newton?
          Yo no sé nada, lo juro. Preguntále a ese de la segunda fila, que no hace más que levantar la mano.

9. ¿Se ha planteado alguna vez seriamente la operatividad o inoperancia de su heterosexualidad?
             Por supuesto. Creo que si estuviera más operativa, explotaría, y si se diera el caso contrario, me devoraría a mí misma una y otra vez. Me gusta mi sabor.

10. 

          Eso es un pibe mexicano, con sombrero y bigotazo.

11. Muá.
          ¿Ya se acabó? Pues nada. Chau, viejo!

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